Las lluvias ocurridas entre fines de agosto y la primera semana de septiembre agravaron una situación que ya era sumamente crítica en gran parte de la provincia.

Al principio, marzo/abril, el epicentro de la inundación se concentraba en los partidos de Bolívar, 25 de Mayo, Carlos Casares, 9 de Julio y parte de Hipólito Yrigoyen.

Sin embargo, con las precipitaciones acumuladas en los últimos 60 días, el área afectada se fue ampliando de manera alarmante: hoy se estiman casi 1.5 millones de hectáreas comprometidas en el centro bonaerense y, si se contempla la totalidad de la cuenca del río Salado, el número supera los 2 millones de hectáreas con graves problemas de anegamiento o inundación.

Bolívar, 25 de Mayo, General Alvear y Saladillo están en los primeros siete puestos del ranking que contempla a diecisiete partidos.

A eso hay que sumar aquella superficie que, si bien no está inundada o anegada, tampoco puede ser trabajada por falta de piso para la maquinaria o por imposibilidad de acceso, por lo que la superficie afectada y que corre riesgos para la producción supera los 3 millones de hectáreas.

Esta falta de infraestructura no solo afecta a la producción. También golpea de lleno a las familias que viven en el campo: hay parajes rurales completamente aislados, donde los chicos no pueden concurrir a la escuela, donde una ambulancia no puede llegar si alguien se enferma, donde trasladarse hasta un pueblo se convierte en una odisea.

Por eso CARBAP insiste en reclamar a las autoridades:

  La concreción de las obras hídricas pendientes, largamente postergadas y cada vez más urgentes.
  La aplicación inmediata de los instrumentos previstos en la Ley de Emergencia Agropecuaria, como la prórroga de impuestos provinciales, municipales y
  nacionales.
  Líneas de financiamiento específicas, a través del Banco Nación y el Banco Provincia, que permitan a los productores sostenerse y recuperarse frente a esta situación.