Se trata de armas robados al Ejército y a la Fuerza Aérea entre las que se detallan ametralladoras pesadas Browning (6 unidades), fusiles de combate FAL 7,62 mm (154), una ametralladora MAG; 22 pistolas 9 mm. Además se sustrajeron cuatro metralletas Halcón 9 mm. y una pistola ametralladora Ingrand. El total de municiones es de  2.300 que abarcan proyectiles de 9 mm. y de 7,62.

Asimismo, el informe oficial difundido por Clarín revela indica que también hay faltantes de los batallones de Arsenales 601 y 603. De allí, se robaron piezas de FAL como ser 274 correderas, 282 cerrojos, 288 armazones, 512 cajones de mecanismo y 45 cañones de repuesto.

Los robos dejan en evidencia la falta de controles dentro de los cuarteles e incluso, en algunos casos que ya están en manos de la Justicia, pudo haber complicidad de parte de militares en actividad.

Entre las medidas tomas por el Ejército se destacan la instalación de contenedores cerrados, el armado de una base de datos informática para los movimientos de los repuestos y la creación de un batallón de Arsenales Depósito destinado solo a custodiar armas.

Por su parte, la Fuerza Aérea inició un programa de inspecciones sorpresivas y creó un sistema centralizado de todo su armamento mientras que la Armada informó que aumentó las inspecciones sobre sus armerías.

Se sospecha que estas armas robadas son vendidas en el mercado negro de la Argentina y de países vecinos como Brasil donde son adquiridas por delincuentes comunes. Frente a ello, en tierras brasileñas desde al año pasado redobló su presión sobre Argentina y Paraguay con vistas a la seguridad del Mundial de Fútbol del 2014.