“Fue quien me llevó a Lanús, el que me bancó, el que me puso de vuelta en Primera”, recordó. “En el último tiempo no era él, la enfermedad había hecho mella en su cuerpo, y era duro verlo así, porque no era el Miguel que yo conocí”, aseguró.

El ex delantero remarcó que la decisión de Russo de seguir dirigiendo hasta el final no lo sorprendió. “Él amaba el fútbol, dirigió más de 35 años seguidos. Quería retirarse feliz, morir dentro de la cancha. Lo vi decir que estaba feliz, y eso lo explica todo”, amplió.

En otro sentido, se refirió a la huella que dejó el técnico en cada club: “Salió campeón con todos, en Vélez, Central, Boca, Millonarios. A cualquier lugar que iba era querido y respetado. En Lanús fue un antes y un después. Cambió la mentalidad del club, y hoy Lanús es un club modelo por lo que empezó con él”.

También lo definió como un “bilardista de la boca para afuera”: “Tenía una admiración por Bilardo, pero era más flexible, más cercano al grupo. Su mayor virtud era el manejo humano. Sabía tener el plantel bien, y eso te llevaba a los resultados”, explicó.

Sobre el final, reflexionó sobre las críticas por su última etapa en Boca y reconoció que también pensó que no tendría que haber asumido, pero que hoy entiende su deseo.

Para Di Carlo, Russo fue mucho más que un entrenador exitoso: “En Estudiantes, hablar de Miguel es como hablar de Sabella. Fue un tipo enorme, dentro y fuera de la cancha”, cerró.