Inició el relato indicando que “hace varios años venimos con un juicio internacional. En el año 2017, viviendo en España y luego del divorcio con mi exmarido, comenzó un tiempo de violencia. Nuestro hijo tenía 18 meses cuando nos separamos. Entonces planificamos la vuelta y solo yo quise volver. Allí él empezó un proceso judicial donde pide la restitución de su hijo”.

“Me instalé nuevamente en Argentina, pero mi ex pretendía, a través de la justicia, que volviera el pequeño. Tanto Argentina como España decidieron que no era competente para ordenar que volviera el menor y ahora nos encontramos en un limbo que es difícil de resolver”, continuó, y explicó que el vínculo entre padre e hijo comenzó a mermar.

Sobre la parte emocional del niño dijo: “Creció con la incertidumbre de no saber qué iba a pasar el día de mañana, porque vive con la constante situación atemorizante de tener que viajar o no. Es muy angustiante vivir así”.

En cuanto a la relación con los abuelos paternos dijo: “Siempre hubo una buena disposición al principio, pero todo fue tornándose muy complejo”.

Consultada sobre la legislación de la causa en Argentina dijo: “No existe una ley de violencia vicaria. Es muy nuevo. Tiene que ver con la violencia hacia los hijos con el objetivo de dañar a la madre. Aquí hay muchísimos casos, más de 20 por día. Hay en Salta, Santa Cruz y Mendoza”.

JLR