Manifestó que las redes sociales juegan un papel contraproducente: “para subir un video no necesito rigor científico, para aprobar una vacuna se necesita tiempo y validación científica”.

Afirmó que por la amplia cantidad de vacunas del calendario argentino, se minimiza o desaparece el impacto de enfermedades graves.

Recordó que la última epidemia de sarampión fue a fines de los ‘90, con altísima mortalidad de menores de un año.