«La villa es como una cárcel, tiene muros y muchas carencias»
En diálogo con LU 32, Mirna Florentín, directora de la Misión Padre Pepe y fundadora del comedor que lleva su nombre, mostró la realidad social del conurbano y cómo trabaja en el acceso a los derechos sociales de las personas vulnerables
La referente social explicó la realidad y el trabajo en las villas: "Desde la Misión Padre Pepe estamos abordando la situación desde hace 25 años. Hoy han cambiado los modelos de cómo los jóvenes entran en las adicciones, que es lo más vulnerable. Las personas que están en las villas han estado atrapadas; es como una cárcel, con muros y muchas carencias".
En referencia al femicidio de público conocimiento donde tres mujeres fueron salvajemente asesinadas, relató situaciones similares: "Son casos que nos pasan por al lado, pero el abordaje no lo hacemos nosotros. Sí estamos en la vulnerabilidad por las adicciones, la falta de escuela, las infancias y los abuelos. Lamentablemente no hay una política que aborde íntegramente estas problemáticas".
Consultada sobre la posibilidad que tienen para salir aquellas personas con necesidad y marginalidad, dio su visión: "Es muy difícil; hay organizaciones como parroquias que tienen un organigrama para ayudar, pero en la realidad no se ve y me parece que es por una cuestión económica. Por un lado está la letra que indica sus derechos y, por otro lado, los hechos, que no se ven. No se aborda la cuestión de fondo. La gente de la villa quiere salir, pero no tiene posibilidades ni de estudiar, conseguir trabajo o alquilar un lugar para vivir. Hay voluntad, pero no hay salida para muchos jóvenes en la villa. Y entonces ellos ven una vida más fácil: la de la delincuencia".
Sobre los prejuicios que tienen las personas que viven en estos lugares, refirió situaciones puntuales: "Desde la cara hasta el domicilio en el DNI. Siempre fue así. Podés enumerar cientos de formas en que se los discrimina".
Además mostró el lado insensible de la política al decir: "Los políticos se lavan las manos. Nadie urbanizó las villas, porque no hay interés de los políticos".
Respecto a las actividades de la fundación comentó: "Tenemos un grupo comunitario con los vecinos desde 2001. Empezamos cocinando, buscando donaciones, y luego se fue consolidando el grupo y hoy tenemos tres sedes en Capital y Gran Buenos Aires, con el primer comedor saludable, para enfermos crónicos, como diabéticos, hipertensos, celíacos, que no pueden solventar esa alimentación por los costos. Arrancamos con 30 y hoy son 600".
"Además tenemos doscientos niños de 45 días a seis años, desde la mañana a la tarde para que sus padres puedan trabajar. Es un abordaje interdisciplinario con psicopedagogos, trabajadores sociales, etc. Para los jóvenes tenemos una sala digital para apoyarlos en sus estudios", finalizó.