El comunicado completo:

Es muy difícil resumir la vida pública de alguien que dedicó su vida a la política como Raúl Alfonsín. Podemos decir que con referentes como Balbín, Larralde, Frondizi y Lebensohn, su primera incursión en un cargo fue en 1954, cuando fue electo concejal en Chascomús. Ejercía ese cargo cuando fue preso en el alzamiento de 1955; y en 1958 fue diputado provincial, para luego ser elegido diputado nacional entre 1963 y 1966.

Balbín quería que Alfonsín fuera candidato a gobernador de Buenos Aires, pero el golpe de Onganía truncó estos planes. En ese momento, Raúl era presidente del comité de la provincia, y mientras la actividad política estuvo prohibida, eligió rechazar la lucha armada, y en cambio se convirtió en uno de los fundadores de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos.

Presentó numerosos habeas corpus a favor de personas detenidas. En 1973 fue diputado nacional nuevamente y fue uno de los pocos que se opusieron a la acción militar en Malvinas. Después de imponerse en elecciones internas, ganó las presidenciales de 1983 acompañado del cordobés Victor Martinez.

Como nunca antes había pasado en el mundo, fue el primer presidente democrático en llevar a la justicia a las juntas militares, creó la CONADEP, dio impulso al MERCOSUR, firmó el tratado de paz con Chile y buscó trasladar la capital.

La impresionante deuda externa generada por el gobierno militar anterior, sumado a una oposición que hacía todo lo posible para sacarlo del poder (incluidos 13 paros generales de la CGT) derivaron en un escenario económico de hiperinflación. Como para él siempre fueron más importantes las instituciones que las personas, no dudo en entregar el gobierno de forma anticipada a Carlos Saúl Menem en julio del año 1989. El 1 de abril de 2009 falleció a los 82 años. Fue velado en el salón azul del Congreso y multitudes de personas se reunieron para despedirlo.

Hoy, a 14 años de su muerte y a poco de cumplirse 40 años de Democracia sin interrupciones, desde Adelante Radicales elegimos recordarlo con sus propias palabras, tan necesarias hoy como lo eran hace más de 20 años:
“Democracia es vigencia de la libertad y los derechos pero también existencia de igualdad de oportunidades y distribución equitativa de la riqueza, los beneficios y las cargas sociales: tenemos libertad pero nos falta la igualdad. Democracia es no sólo garantizar los derechos políticos o el sufragio, sino extender la ciudadanía cívica y social a todos los habitantes. Ello significa, también, que la democracia puede subsistir solamente si se logra un fortalecimiento y expansión de la capacidad de autogobierno por parte de los ciudadanos. Ojalá se comprenda esto, y las jóvenes generaciones puedan crecer, separadas de personalismos excluyentes y canibalismos políticos, bajo el amparo de la autonomía que brinda una cultura cívica apoyada en instituciones fuertes, un Estado de Derecho, partidos sólidos y renovados, y, fundamentalmente, en sujetos democráticos, porque sólo así la democracia podrá sobrevivir a sus gobernantes y evocarse, ya no como un sistema de instituciones, sino como una forma de vida”