Conformó el Batallón 188 de Comunicaciones y Comandos, y pisó suelo malvinense el 2 de abril. “No sé si estaba alegre, no podía entender lo que estaba sucediendo”, recordó sobre ese día.

Señaló que el primer mes transcurrió en paz, ya que se estaba realizando una negociación diplomática, y pensaban que el conflicto se iba a solucionar por esa vía. Hasta que la primera ministra de Inglaterra, en una manera de salvar su gobierno, decidió enviar tropas a Malvinas.

Indicó que fueron atacados el 1 de mayo por aviones ingleses, “sabíamos que se había desatado la guerra”, dijo. Al día siguiente, con el hundimiento del Crucero General Belgrano, hubo un cambio de 180°, reconoció. Ahí comenzaron los primeros combates.

Recordó que el día de la rendición fue muy difícil, “se estaba peleando de 10 soldados a 1”.

Por otra parte, comentó que prisionero de soldados británicos durante cinco días. Les sacaron las armas, los cinturones y los cordones. A los pocos días volvieron al país, y “fue una piña al hígado”, confesó. “Entramos al país por la puerta de atrás, como delincuentes, nos trajeron escondidos. Fue durísimo, estuve mucho tiempo sin contar lo que me había pasado”, reconoció.

No obstante, hace un poco más de un mes, recibió un reconocimiento que según él, es una caricia a su corazón. A partir de gestiones de su hija, logró que la Cruz Roja Internacional lo reconozca de manera oficial como prisionero de guerra.