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EDUCACIóN

27 de mayo de 2023

FIO: 'Esta Facultad no tiene nada que envidiarle a una de Barcelona'

Andrés Álvarez es el psicólogo que acaba de sumarse al equipo de trabajo de orientación en la Facultad de Ingeniería. Con 11 años de recorrido en educación y luego de especializarse en España encuentra calidad y calidez en la institución. Habla de esperanza, asume que la escucha es activa y valora la educación pública porque iguala.

Lleva apenas dos meses en el campus y ya se siente parte de la comunidad FIO, esa que tiende puentes y marca la diferencia. “Esta Facultad no tiene nada que envidiarle a una de Barcelona. Aquello es Primer Mundo y esto es increíble”, dice Andrés Álvarez, el psicólogo que eligió estas geografías para activar escuchas y acompañamientos. Ingresó al Area de Orientación de la Facultad de Ingeniería de OIavarría con 11 años de recorrido en otros niveles educativos, dispuesto a generar experiencia dentro del ámbito universitario.


Su objetivo es atender demandas académicas y emocionales en equipo y con un abordaje interdisciplinario. Le preocupa la “ansiedad que provoca el uso y abuso de la virtualidad” y se fija como prioridad que cada estudiante “logre autonomía” mientras transita por aulas y laboratorios.
“El trabajo fuerte de esta área ya fue hecho. El desafío es más mantener la calidad del servicio que se ha generado, que no es tan común dentro del ámbito universitario”, destaca el profesional elogiando el recorrido de sus “compañeras de banco”, las licenciadas María Inés Berrino (trabajadora social) y Florencia Bellomo (psicopedagoga).

 


Más allá de lo intelectual

 
Desde el Area de Orientación FIO planifican líneas de acción en dos franjas: la Orientación Vocacional Ocupacional en vinculación con escuelas secundarias del distrito y el acompañamiento de los y las estudiantes que ya cursan una carrera en la FIO. “Hacemos orientación en lo cognitivo intelectual, en lo emocional, en función de las becas o tutorías. Todos los día llegan planteos distintos y vamos intentado dar respuestas en lo emocional y en lo académico”, plantea el Lic. Álvarez.


Cada etapa tiene su perfil y demanda atención, desde el Ciclo Introductor con ocho semanas de adaptación a la vida universitaria hasta quienes ya surfean en el mundo universitario entre materias y exámenes finales. “Es una transición vital, es dejar de ser estudiante secundario para pasar al mundo adulto. Hay ansiedades y estrés frente a ese proyecto de vida. Dudas acerca de qué lugar ocupa eso en sus vidas, si les gusta. A eso se suma la realidad de sus casas o el contexto socio-económico que influye de manera determinante”, ejemplifica el psicólogo.

 


Servicio poco común

 
“El clima que se ve transitando pasillos es de armonía. Se trabaja muy bien. El lugar es hermoso, tiene un espacio natural alrededor, se puede salir a tomar aire, ver el sol, compartir. Es una institución muy bien organizada, me resulto fácil insertarme”, destaca el profesional que además se siente valorado por sus compañeras.


Se graduó en la Universidad Nacional de Mar del Plata y su título le permitió hacer experiencia desde Inicial hasta la formación de posgrado. Sin embargo considera que la FIO “tiene un equipo de orientación como hay en pocos lados (…) con una oficina de puertas abiertas” a la que “vienen chicos de la secundaria para definir qué estudiar o alumnos de la facultad que solo adeudan el trabajo final de su carrera; es muy variado”.

 

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El servicio no asume ningún proceso psicoterapéutico; sí propicia “encuentros para orientar y trabajar en la prevención”, explica Andrés Álvarez.
Ansiedad, frustración, expectativas forman parte del paisaje cotidiano. “Abordamos el impacto de la virtualidad en esto de la inmediatez, de querer resultados a corto plazo sin comprender la noción de proceso. La demanda es muy bienvenida y nos pone contentos hacer intervenciones que sirvan. Mejorar su realidad es muy gratificante”.


Apuntan básicamente a estudiantes pero también activan dispositivos para docentes apostando a una mejor calidad educativa en términos de vínculos donde se optimice el proceso de enseñanza - aprendizaje.


“Es espectacular tener un área de orientación propia donde un estudiante puede venir y obtener las respuestas que necesita y sepa que será escuchado”, apunta, convencido del nivel de compromiso y la voluntad de servicio de sus pares.



La educación iguala
 

 “Quiero que todos sepan que estoy acá y pueden contar conmigo para lo que necesiten”, asume el Lic. Álvarez, a medida que se va cruzando con estudiantes que no responden a un único perfil pero que sí tienen en común el compromiso con la carrera y “la camiseta” de la FIO.
Uno de los valores principales que trabajan es la autonomía, el hacerse cargo de la toma de decisiones al desembarcar en el mundo adulto. “El bienestar va más allá de una carrera, hay una mirada holística de la persona. Siempre decimos: ´Tu dimensión académica es importante pero veamos qué pasa a nivel individual, social, físico´”.


Apuesta a la educación bajo la convicción de que “es el vehículo que permite igualdad de condiciones. En una sociedad muy desigual, la educación nivela. No importa de dónde vengas, si hacés el esfuerzo y lográs formarte se produce un ascenso social”, destaca Andrés Álvarez.


Viajó, ejerció, se especializó y comprobó todo lo que cotiza la educación pública. “Es una bendición. Acá a la FIO viene gente de Latinoamérica a formarse sabiendo que es gratuita. En cada edificio educativo del país hay esperanza. Somos los encargados de infundirla, de reproducirla”.

 

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“Todos los que puedan estudiar en nivel superior deben considerarse afortunados de perseguir un sueño y el día de mañana trabajar de lo que les gusta. Estaría bueno ser conscientes, agradecidos y reconocer que hay montón de gente que pone voluntad para que sea posible”.

 


Mejor que en Barcelona

 

Vivió dos años en España donde hizo una maestría en psicología aplicada al deporte y la actividad física, en busca de complementar el mundo del pensamiento con el cuerpo. Se formó en la Universidad Autónoma de Barcelona, de 2017 a 2018.


“Tenía ganas de cruzar el charco, de conocer otras cosas, pero fui con idea de volver. Me encanta Argentina, acá está mi gente. Pude significar la experiencia” a 11 mil kilómetros, dentro de una universidad que tiene 27 mil estudiantes y es una de las 200 mejores del mundo.

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Antes y ahora siente que “este es mi lugar. Estamos en una burbuja respecto de otras grandes ciudades grandes. En la FIO no hay rejas, los chicos vienen caminando, en micro o bicicleta. Hay verde. Las instalaciones son espectaculares, la calidad educativa es muy buena y, sobre todo, tiene acceso cualquiera que se quiera anotar”, dice y se sonríe. Lo espera una reunión con docentes que no conoce pero que está decidido a ingresar a su rueda de escuchas y de trabajo.



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