“Estamos a 20 kilómetros de Brujas, que es un pueblo de cuentos”, dice el Ing. Nicolás Keesler, detrás de un tour laboral que comenzó en plena pandemia y hoy lo ubica en Oostende, Bélgica.

Es ingeniero electromecánico y trabaja en Verhelst, una empresa de extracción y producción de arcillas cuyas minas quedan en Senegal. Allí, a 11 mil kilómetros de las aulas que lo formaron, es manager y aplica a diario todo lo aprendido en la Facultad de Ingeniería de Olavarría.
“Soy el responsable de la recepción en el puerto, almacenaje de materia prima y producción producto final. También se encuentra bajo mi responsabilidad las áreas de mantenimiento, proceso, calidad y despacho de producto final”, explica el joven de 31 años que tiene 20 personas a su cargo.

Profesionalmente “estoy muy cómodo en Bélgica, mi trabajo es muy desafiante y estoy perfeccionando mi nivel de inglés”, asegura. Su expectativa es “seguir creciendo como profesional y aprendiendo, día a día”. Su compañera está como responsable de producción de Lic Leather, una empresa que trabaja con cueros destinados a la relojería.

En este recorrido, intenso y prácticamente sin pausas, la Facultad de Ingeniería ha sido un motor determinante. “Uno cuando es estudiante siempre tiene la duda de cuándo voy a utilizar los contenidos de las materias o de qué voy a trabajar cuando me reciba”, admite el joven.

“En todas las empresas que trabajé utilicé todos los conocimientos técnicos que aprendí en la FIO y estoy muy agradecido porque también me dio la certeza de que el nivel educativo es muy bueno”, observa con orgullo.