Por la mañana, llegó Gabriel, quien hasta hace poco tiempo compartía sus días por esas mismas oficinas, con sus manos cargadas de bolsas que contenían en su interior alcohol al 70%, barbijos, papel de cocina y jabón que fueron repartidas en todas las oficinas de la dependencia.

Hoy, más que nunca, el contenido de esas bolsas es el reconocimiento de la labor de sus ex compañeros y una palmada en el hombro para impulsarlos a seguir trabajando. Una puesta en valor necesaria para todos aquellos que, en este momento de extrema necesidad, se encuentran al frente de la batalla y dispuestos con todo su profesionalismo a mantenerse en sus puestos de trabajo.