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CULTURALES

27 de noviembre de 2021

Tiempo de Adviento: espera y esperanza

Columna de Angélica Diez, Misionera de la Inmaculada Padre Kolbe, Olavarría.

Hoy en la Iglesia se inicia un nuevo año litúrgico, es decir, un nuevo camino de fe del pueblo de Dios; es el tiempo de Adviento de cuatro semanas en preparación a
celebrar la Navidad. Adviento viene del latín “ad-venio”, que quiere decir “venir, llegar.

Está dividido en dos partes: en las primeras dos semanas meditamos sobre la venida final del Señor, cuando ocurra el fin del mundo; mientras que las dos siguientes nos vamos adentrando sobre el nacimiento de Jesús, en Belén.

Adviento; podríamos decir, se desarrolla entre espera y esperanza. Es tiempo de preparación para la celebrar “al Emmanuel, al “ Dios con nosotros”, centrando
nuestra contemplación en Él, así como también en María, su madre, que en obediencia libre llevó en sus entrañas a la segunda Persona trinitaria hecha hombre. Una preparación que nos lleva a dejar las obras del pecado y a vivir la luz del Evangelio.

La primera visita se produjo con la Encarnación, el nacimiento de Jesús en la gruta de Belén; la segunda la vamos descubriendo en el presente: el Señor nos visita
continuamente cada día, camina a nuestro lado y es una presencia de consolación; y habrá una tercera y última visita, que mencionamos y profesamos cada vez que recitamos el Credo: «De nuevo vendrá en la gloria para juzgar a vivos y a muertos».

Entre espera y esperanza, “danza” la alegría de celebrar el 8 de Diciembre la Solemnidad de la Inmaculada Concepción de María, la criatura preciosa que Dios se
eligió por Madre. Si, el Adviento, “estalla en gracia y en luces ” cuando celebramos a María. En Ella se da plenamente la espera y la esperanza .¿Quién es Ella? Nos lo
dice el padre Kolbe: “Por sí misma María no es nada, como las otras criaturas; pero por obra de Dios es la más perfecta entre las criaturas. La más perfecta semejanza del ser divino en una criatura puramente humana. (…) Su unión de amor con Dios llega a tal punto que Ella llega a ser Madre de Dios. (Agosto de 1940).

Entre espera y esperanza se necesita un refuerzo: “la vigilancia”. “ Ese estar vigilantes, atentos a nuestro prójimo en dificultad, a vencer la indiferencia, a dejarnos
interpelar por sus necesidades, sin esperar que él o ella nos pida ayuda, sino aprendiendo a prevenir, a anticipar, como Dios siempre hace con nosotros”.(Papa Francisco).¡Buen camino, entre espera y esperanza!



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