Se trata del tipo de cáncer más frecuente en el ser humano, cuya causa más habitual es la exposición al sol sin protección o a camas solares.

Por ello es tan importante proteger nuestra piel: saber cómo, cuándo y cuánto exponernos al sol.

Se recomienda protegerse con sombrero de ala ancha, anteojos con filtro UV certificado, camisas con mangas largas, protección solar con filtro UVA y UVB, y en la medida de las posibilidades resguardarse a la sombra.

El cáncer de piel es curable en la mayoría de los casos si es detectado a tiempo, por eso es importante hacerse exámenes propios constantes y visitar al dermatólogo por lo menos 1 vez al año como medida de prevención.

Señales de alerta

    Manchas inicialmente planas rosadas o rojizas, ásperas al tacto y que se vuelve cada vez más rugosas o escamosas. Se ven especialmente en la cara, en el dorso de las manos, en el labio inferior y en las orejas.
    Aparición de bultos en la piel que crecen en forma sostenida en el tiempo.
    Lastimaduras en la piel que no cicatrizan a pesar de un tratamiento correcto.
    Herida sangrante, costrosa, no provocada por un traumatismo previo.
    Un lunar que cambia de coloración, sus bordes se vuelven irregulares, es asimétrico y crece (generalmente de tamaño superior a 6 mm).
    Un lunar que pica o se inflama.

Ante la aparición de alguno de estos síntomas es conveniente la consulta a un especialista.