LOCALES
27 de diciembre de 2024
De Olavarría a la Antártida: entre el frío extremo y los nuevos desafíos profesionales
Facundo Cordero, Ingeniero en Agrimensura, habló con Lu32 desde la Base Marambio, lugar donde –por unos diez días- se encuentra desempeñando tareas de logística, particularmente en sistemas de posicionamiento satelital. Contó cómo son sus días, el ‘desafío’ de navegar en el Rompehielos Irizar, las dificultades que sufre el físico y la ‘aventura’ que estará viviendo hasta marzo de 2025.
“Estoy en representación de la Facultad de Ingeniería, en colaboración con el Instituto Antártico Argentino y el Instituto Geográfico Nacional”, indicó, y recordó que la Campaña de la que es parte se realiza desde la década del 70’, pero con otras tecnologías.
“Yo le brindo soporte técnico a los sistemas global de navegación en seis bases diferentes”, explicó el agrimensor. Otra de sus tareas consiste en el reemplazo de la radiobaliza francesa de Orbitografía Doppler y Radioposicionamiento Integrados por Satélite (DORIS) y el reemplazo de un servidor del instituto alemán Alfred-Wegener-Institut (AWI), dedicado al registro y envío de datos.
“Yo trabajé dos años en el Instituto Geográfico Nacional, y ahí aprendí y me capacité en todo lo que serían sistemas de posicionamiento satelital. El Instituto Geográfico Nacional colabora mucho con el Instituto Antártico, tiene una relación mutua.
“El día acá es bastante tranquilo. Primero porque estamos la mayor parte del tiempo incomunicados. El único medio de comunicación que tenemos es Whatsapp y de vez en cuando, cuando no hay mucha gente en el barco. Así que para arrancar estás incomunicado y lo único que te queda es socializar”, detalló al ser consultado sobre como es su rutina diaria.
“No tenemos noche, acá es todo el tiempo es de día, así que la noche la tenemos que inventar nosotros y tenemos que tratar de no perder los hábitos a los que estamos acostumbrados”, amplió. Añadió que tienen programados los horarios de desayuno, merienda y cena.
En otro orden, dijo que los días más difíciles son cuando navegan, ya que “hay muchísimo movimiento y la adaptación al cabeceo del barco es complicada. Los días que estamos haciendo logística en alguna base es más tranquilo”.
Agregó que al ser el único buque encargado de logística, van surgiendo emergencias o cuestiones que están por fuera de la planificación, que además, dependen del clima. En ese sentido, mencionó que las temperaturas superan los -50 C°
Consultado sobre los desafíos que implica la experiencia, reconoció que es “es una aventura”, debido a “que es todo nuevo”. No obstante, aseguró: “Uno de los peores desafíos son esos momentos donde estamos navegando, que el barco cabecea y va rolando de un lado para el otro. Es complicado, uno se siente un poco cansado, y empieza ya a pegar físicamente todo ese movimiento. Es como estar en una montaña rusa durante cuatro o cinco días”.
“Profesionalmente es volver a aplicar lo trabajado, pero en un contexto más frío”, concluyó Cordero, que en unos días, volverá a embarcarse en el Rompehielos Almirante Irizar para dirigirse hacia algunas bases que se encuentran al norte del continente.