Sostuvo que, según el texto de la ley, el donante y el receptor no se conoce, excepto en los actos de donación en vida.

La idea del anonimato tiene que ver con evitar discrecionalidades y arbitrariedades al momento de efectuar la donación y que la misma sea justa, por el sistema que tiene el INCUCAI.

Si estuviese en el lugar del padre de un hijo que necesite un órgano, haría cualquier campaña para procurar el mismo.

El INCUCAI, de todas formas, no realiza campañas personales en busca de un ‘órgano para…’, sino que trata de realizar campañas generales.

Lo que ocurre en Olavarría, reveló, tiene que ver con la procuración y ablación de órganos, no con la realización de trasplantes.

Hay experiencia en la región en el trato con la familia de quien es donante y Olavarría, particularmente, tiene una de las tasas más altas de la provincia de donación cada millón de habitantes.

Pero se lamentó porque no alcanza para cambiar los números de la lista nacional, que hace años está amesetada en unos 8000 pacientes que necesitan un órgano.

Finalmente explicó que la familia no puede revertir la decisión de alguien que ha manifestado que va a donar los órganos de forma liviana.

La familia del paciente puede expresar que últimamente había cambiado de parecer, pero eso queda asentado en un acta.

Para acceder al formulario on line donde se manifiesta la decisión haga clic aquí