Berengua, que además es difusor del servicio meteorológico nacional y realizó una pasantía en España, expresó que hay registros históricos de este tipo de hechos meteorológicos. En los años NIÑO, como el que atravesamos, se da un mayor registro de precipitaciones y presencia de tormentas localmente fuertes, a la inversa que en los años NIÑA, donde se presentan importantes sequías. Estos ciclos duran de dos a tres años cada uno.

En cuanto a lo que parece, que los sucesos meteorológicos son diferentes a otros tiempos en intensidad y más reiterados, dijo que la tecnología tiene mucho que ver, ya que se pueden registrar distintos tipos de eventos y difundirlos rápidamente en la web o a través de la telefonía celular haciendo que más personas accedan a esta información que antes no.

Dijo, además, que es muy aventurado decir que el cambio climático es el causante de todos estos hechos, ya que requieren de muchos años de estudio para determinarlo, aunque no hay que desestimarlo. Lo que si está comprobado, agregó, es el aumento de la temperatura media, que nada tiene que ver con que los veranos sean más calurosos y los inviernos más crudos.

Respecto del trabajo del Servicio Meteorológico Nacional, detalló que existen tres tipos de informes: los rutinarios (como los que brindan en la Estación Meteorológica local), los partes de alertas, que se emiten desde la central cuando un fenómeno afecta una zona importante con una intensidad específica y un parte a corto plazo, que emite un observador a partir de las condiciones que se van dando a cada momento.

El pronosticador analiza las condiciones del tiempo, imágenes de satélite y de radar, y un modelado numérico que realizan súper computadoras. A partir de la información surgida, grupos de pronosticadores analizan y luego, de ser necesario,  emiten primero un preaviso a los sistemas de defensa de las localidades afectadas y posteriormente, si los hechos lo ameritan, un parte de alerta abierto a la población.